Por Larry D'Abutti
=X=
X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO
(08.06.14)
Dir.
Bryan Singer
Pro.: Bryan Singer, Simon Kinberg, Hutch Parker Gui.: Simon Kinberg
Int.: Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender
Esta es la sexta
aparición de los dichosos mutantes en esta última época y en la pantalla
grande. Desde el primer X-Men en 2002, los hemos visto en X-Men
2 (2003), X-Men. La decisión final (2006), X-Men orígenes:
Lobezno (2009), X-Men. Primera generación (2011) y X-Men
orígenes: Lobezno inmortal (2013). ¿No es un poquito demasiado? No.
En 2016, si nadie lo remedia, aparecerá la séptima entrega: X-Men.
Apocalipsis. Que será muy original… seguramente. La dirigirá Byan
Singer, el mismo de esta actual y de las dos primeras; creo que a los
puristas de la serie –y a los productores- les gusta más que James
Mangold, Matthew Vaughn, Gavin Hood y Brett Ratner, que se fueron
relevando en los episodios intermedios.
Bryan Singer es –además de un muy interesante productor- un director muy
inquieto, al que no le gusta encasillarse; al menos, de momento. Suyas
son Sospechosos habituales, Verano de corrupción, Superman returns
y Valkiria, entre otras. Llegó a los X-Men de manera
forzada, sin conocer las historietas ni los personajes y tras un
forcejeo con Fox de casi una década. Al final, curiosamente, se ha
convertido en santo y seña de la franquicia.
Que a mí, por mucha taquilla que haga esta nueva película –que no sé si
la va a hacer- me parece franca, definitiva y penosamente agotada. Y no
es que no puedan sumarse capítulos y capítulos; otras series lo hacen
sin descanso. Es que el argumento se ha reiterado y retorcido tanto que
ya resulta exageradamente artificioso –casi cómico-, caprichoso y, por
más trascendencia que se le quiera dar, insignificante. Y ya estamos
acostumbrados a los saltos atrás y adelante en la historia, en esta
misma serie y en otras mil, pero ahora se ha querido rizar el rizo en la
aventura y convertir a los propios protagonistas en máquinas del tiempo;
como en el tebeo correspondiente, imagino: esa será la coartada.
Resulta que, en la actualidad, la raza mutante está pasando por sus
peores momentos. Los humanos se han decidido a acabar con ellos y han
creado unas terribles máquinas, los Centinelas: unos robots gigantescos
y mortíferos, ante los que el poder de los X-Men resulta inútil: están
siendo aniquilados uno a uno, los han barrido a centenares –no sabía que
había tantos- de la faz de la tierra y están a punto de llegar al
mismísimo refugio del Profesor Xavier, donde Lobezno, Tormenta, La
Bestia y alguno más resisten como pueden pero sin ninguna esperanza.
Lo más doloroso es que todo procede de un malentendido. Un tal doctor
Trask, un villano de tres al cuarto, había creado las letales criaturas,
en la creencia de que exterminar a los mutantes era un auténtico deber y
un beneficio para la raza humana. Las autoridades mundiales, nada
convencidas, dieron de lado el proyecto; pero Mística, muy cabreada con
la posibilidad, mató al doctor Trask. Y le dio, paradójicamente, la
razón: los mutantes demostraron ser muy malos y había que acabar con
ellos. Y los Centinelas asesinos entraron en acción, con las funestas
consecuencias que abren la película.
Solución: que Lobezno, que es hombre de pelo en pecho –el que más- viaje
al pasado y consiga que la airada, atractiva y muy azul Mística no mate
al doctor Trask, y así sus criaturas no lleguen a fabricarse. Es fácil,
Lobezno solo sufrirá un poquito y una vez instalado años atrás intentará
con garras y dientes impedir el crimen; para lo que, eso sí, tendrá que
vencer cuantas dificultades se le presenten. Que serán muchas y
complicadas y peligrosísimas, de eso podemos estar seguros.
Todo es disparatado y carente de emoción, porque el final se intuye
desde el principio. También, la verdad, es trepidante y apabullante en
cuanto al espectáculo visual; tenga este algo que ver con el cine o no.
Los intérpretes tiran para adelante como pueden, muy conscientes de sus
personajes, aunque da algo de pena ver a ilustres actores, jóvenes y
consagrados, hacer piruetas y monerías a sueldo de los productores. Y
además, la paradoja temporal acaba por ser muy preocupante: ¿y si de
verdad se nos cambia toda la historia y al final el Atleti tampoco ha
ganado la Liga este año? (http://www.x-menmovies.com/)
X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN
(05.06.11)
Dir.:
Matthew Vaughn
Pro.: Gregory Goodman, Simon Kinberg, Lauren Shuler Donner,
Bryan
Singer
Gui.: Matthew Vaughn, Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman
Int.: James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon, Jennifer Lawrence
Matthew
Vaughn es el responsable –entre otras lindezas como Stardust- de la horripilante Kick-Ass;
de la que, por cierto, se anuncia ya una segunda parte. De momento,
ahora cuenta aquí el origen de los superhéroes mutantes, historia,
como se ve, escrita por un tropel de guionistas y producida también por
abundante nómina de negociantes; todo bajo la batuta de Bryan Singer,
capo general de la franquicia.
Que es lo que el cine americano –el de consumo masivo, me refiero-
sabe hacer. Sólo basta repasar la cartelera presente –y futura- para
comprobarlo: a las recientes Scream
4, Fast and furious 5 y
Piratas del Caribe 4, se unirán próximamente Kung
Fu Panda 2, El gato con botas –el
de Shrek-, Spy Kids 4, otra vez El
planeta de los simios, los nuevos Batman
y Bourne, más Transformers,
otra trilogía Millennium… y hasta el Resacón
en Las Vegas 2 que ya triunfa en las taquillas americanas. Vengan
guionistas, pero ¿para qué inventar?
Esta ¿nueva? X-Men relata,
como decía, la aparición de los primeros mutantes; tras un prólogo en
los años 40, que nos permite conocer la muy diferente infancia de los
protagonistas, pasamos a los 60, con la “guerra fría” como telón
de fondo. Patrick Stewart e Ian McKellen ceden sus personajes a James
McAvoy y Michael Fassbender, que son Charles Xavier–Profesor X y Erik
Lehnsherr-Magneto. Son unos treintañeros que se conocen en difíciles
circunstancias: Charles le salva la vida a Erik y ambos, conscientes de
sus extraordinarios poderes, inician el reclutamiento de otros jóvenes
mutantes con el fin de ayudarlos a controlar sus sobrehumanas
capacidades.
Pero su afinidad acaba ahí: mientras Charles quiere dedicarse a
resolver la difícil situación planetaria, Erik sólo desea vengarse de
su penosa niñez y hacérselo pagar caro a todo el mundo, para qué
hacer distingos. Eso los convertirá en enemigos, pero más adelante;
todavía no. En el presente todos tienen un adversario común: el
archimaluto Sebastian Shaw, un mutante tan perverso que es el
responsable –ahora lo sabemos- de provocar crisis históricas que podían
habernos convertido a todos en polvo de estrellas por el estallido de
una guerra nuclear. Y lleva con él a una señora estupenda y nada frágil,
aunque esté hecha de cristales, y a un mortífero tío colorado, con
rabo y cuernos; para que luego digan que el demonio no existe.
Como éste es el cuento que da comienzo a lo que ya conocemos, hay poco
espacio para las sorpresas. De todas formas, la narración no empieza
mal y las primeras secuencias contienen interés y diversión –todavía
asoma un agradecido sentido del humor-, con el desconcierto de la CIA
ante los fenómenos y el inicio de la relación entre ellos. Luego la
cosa se va estancando, con la anodina búsqueda de otros semejantes y el
barullo que se forma entre rusos, americanos y mutantes malos y buenos.
Todo atravesado sin cesar por una banda sonora efectista y tan cargante
que termina por abrumar y aburrir.
Esa es la tónica general de la película, un apabullante exceso de
acontecimientos –no siempre bien encadenados-, sonido atronador,
efectos visuales de la tropa mutante –que sólo sorprenden la primera
vez-, superlativas batallas digitales por tierra, mar y aire, y al lado
de todo eso un relato que se hace cada vez más plano, con una duración
más que exagerada y un interés narrativo decadente. Eso a pesar de los
cameos de Lobezno y Kennedy y del afán de los guionistas por dejar
todas las piezas encajadas en lo que será el futuro de los personajes.
El que ya conocemos, por partida triple o así. El espectáculo no es
apasionante –para mí, al menos-, aunque resulte hasta aceptable
dentro de sus márgenes: los de la historieta, en pantalla grande, a
todo color y a pleno pulmón. En resumen, un rimbombante cuento
infantil, tan prescindible como olvidable. (www.xmenprimerageneracion.es/)
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